Mi Señor Jesucristo

¡Jesucristo, mi Señor! Me asombra el hecho de que tú, el Dios eterno, te hiciste hombre por mí. Dejaste el esplendor celestial por el establo de Belén. Anduviste por las polvorientas veredas de Palestina, enseñando y haciendo el bien. Calmaste el mar furioso; sanaste al enfermo y diste esperanza al desalentado.

Tú, el perfecto Hijo de Dios, tomaste mi pecado y llevaste mi castigo. Sufriste el dolor, el rechazo, la soledad…y la muerte. Eres Jesús, mi Salvador.

Resucitaste triunfante del sepulcro. Desde que te recibó por la fe, vives en mí y estás transformando mi pensar y mis anhelos. Has quebrantado el poder del pecado en mi vida. Eres Cristo, mi Libertador.

Hoy ocupas el lugar de honor a la diestra de tu Padre, donde intercedes por mí. Y cuando regreses a este mundo en gloria, toda rodilla se doblará y toda lengua confesaré que eres el Señor, Dios todopoderoso.

¡Jesucristo, tú eres mi Señor! Te amo, te adoro y te alabo con el canto que surge de mi ser.

Mi Dios y Padre Celestial

Dios mío, estoy maravillado ante tu grandeza. Eres el Creador que esparciste en el espacio vacío
los miles de millones de estrellas y que llamas a cada una por nombre.

Tú formaste nuestro bello mundo con sus majestuosas montañas y vastos mares. Diseñaste la fragante rosa y diste melodías al ruiseñor. Sostienes las galaxias inmensas, así como los átomos invisibles.

Tú encauzas la historia por tu soberano poder. Las grandes naciones te son como el polvo en la balanza y ni un solo pajarillo cae sin ti. Eres el principio y el fin; desde la eternidad hasta la eternidad, tú eres Dios.

Eres perfecto en santidad y justicia, pero también grande en amor y misericordia. Enviaste a tu Hijo a morir por mí, un pecador condenado, y me diste nueva vida por fe en él. Ahora soy tuyo para siempre.

¡Padre celestial, cuando contemplo la magnitud de tu persona y tus obras, un cántico de adoración y gratitud brota de mi corazón hacia ti!

Cantemos de su amor

Bueno es alabarte, oh Jehová, y cantar salmos a tu nombre, oh Altísimo; Anunciar por la mañana tu misericordia, y tu fidelidad cada noche.

Alabad a Jehová, naciones todas; pueblos todos, alabadle.

Porque ha engrandecido sobre nosotros su misericordia, y la fidelidad de Jehová es para siempre. Aleluya.

En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él.

Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.

Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero. Venid, aclamemos alegremente a Jehová; cantemos con júbilo a la roca de nuestra
salvación.

Anunciemos su poder

¿Quién midió las aguas con el hueco de su mano y los cielos con su palmo, con tres dedos juntó el polvo de la tierra, y pesó los montes con balanza y con pesas los collados?

He aquí que las naciones le son como la gota de agua que cae del cubo, y como menudo polvo en las balanzas le son estimadas; he aquí que hace desaparecer las islas como polvo.

Levantad en alto vuestros ojos, y mirad quién creó estas cosas; él saca y cuenta su ejército; a todas llama por sus nombres; ninguna faltará; tal es la grandeza de su fuerza, y el poder de su dominio.

¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance.

Oh Jehová, Dios de los ejércitos, ¿quién como tú? Poderoso eres, Jehová, y tu fidelidad te rodea. Tú tienes dominio sobre la braveza del mar; cuando se levantan sus ondas, tú las sosiegas.

Tuyos son los cielos, tuya también la tierra; el mundo y su plenitud, tú lo fundaste. Tuyo es el brazo potente; fuerte es tu mano, exaltada tu diestra.

Justicia y juicio son el cimiento de tu trono; misericordia y verdad van delante de tu rostro. Bienaventurado el pueblo que sabe aclamarte; andará, oh Jehová, a la luz de tu rostro.

Bendeciré al Señor

Bendeciré al Señor con toda mi alma. ¡Cuán grande eres, Señor y Dios mío! Te has vestido de gloria y esplendor; Te has envuelto en un manto de luz.

Tú extendiste el cielo como un velo.

Conviertes las nubes en tu carro; viajas sobre las alas del viento. Los vientos son tus mensajeros y las llamas de fuego tus servidores.

¡Cuántas cosas has hecho, Señor! Todas las hiciste con sabiduría; la tierra está llena de todo lo que has creado.

La gloria del Señor es eterna. El Señor se alegra en su creación.

Mientras yo exista y tenga vida cantaré himnos al Señor mi Dios.