En esta temporada tan especial, nos reunimos para conmemorar el evento más significativo de la historia humana: el nacimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. El pesebre, adornado con la humildad de la gruta de Belén, nos recuerda la llegada de la luz divina en medio de la oscuridad del mundo.
La Promesa Anunciada: Un Salvador entre Nosotros
Recordemos las palabras del profeta Isaías, quien, inspirado por el Espíritu Santo, anunció con certeza la llegada del Mesías. En Isaías 7:14, leemos: «Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel». En ese pesebre, contemplamos la encarnación de la esperanza profetizada.
La Gracia Envuelta en Pañales: El Verbo Hecho Carne
En Juan 1:14, se nos revela la maravilla del nacimiento de Cristo: «Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad». El Hijo de Dios, envuelto en pañales, encarna la gracia divina que se ofrece a toda la humanidad.
La Luz que Resplandece en las Tinieblas
Que resuene en nuestros corazones la proclamación de Juan 12:46: «Yo he venido como luz al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas». En el nacimiento de Jesucristo, la luz celestial penetró la oscuridad del pecado, brindándonos la promesa de salvación y reconciliación con el Padre.
La Invitación a Compartir el Regalo de Cristo
En este tiempo de celebración, recordemos que el regalo más precioso no se encuentra debajo de un árbol, sino en el pesebre de Belén. Sigamos el ejemplo de los pastores y los magos, llevando el mensaje de amor y redención a todos los rincones de la tierra.
Que la paz y la gracia del recién nacido Rey, nuestro Señor Jesucristo, llene sus hogares y corazones en esta sagrada temporada. ¡Feliz Navidad!