En la misma hora se levantaron y se volvieron
a Jerusalén. Hallaron reunidos a los once y
a los que estaban con ellos, quienes decían:
¡Verdaderamente el Señor ha resucitado
y ha aparecido a Simón!
Mientras hablaban estas cosas, Jesús se
puso en medio de ellos y les dijo:
¡Paz a vosotros…Mirad mis manos y mis
pies, que yo mismo soy. Palpad y ved, pues
un espíritu no tiene carne ni huesos como
veis que yo tengo.
Entonces les abrió el entendimiento para que
comprendiesen las Escrituras, y les dijo:
¡Así está escrito, y así fue necesario que
el Cristo padeciese y resucitase
de los muertos al tercer día.
Entonces él los llevó fuera hasta Betania,
y alzando sus manos les bendijo.
Aconteció que al bendecirlos, se fue
de ellos, y era llevado arriba al cielo.