Mi Dios y Padre Celestial

Dios mío, estoy maravillado ante tu grandeza. Eres el Creador que esparciste en el espacio vacío
los miles de millones de estrellas y que llamas a cada una por nombre.

Tú formaste nuestro bello mundo con sus majestuosas montañas y vastos mares. Diseñaste la fragante rosa y diste melodías al ruiseñor. Sostienes las galaxias inmensas, así como los átomos invisibles.

Tú encauzas la historia por tu soberano poder. Las grandes naciones te son como el polvo en la balanza y ni un solo pajarillo cae sin ti. Eres el principio y el fin; desde la eternidad hasta la eternidad, tú eres Dios.

Eres perfecto en santidad y justicia, pero también grande en amor y misericordia. Enviaste a tu Hijo a morir por mí, un pecador condenado, y me diste nueva vida por fe en él. Ahora soy tuyo para siempre.

¡Padre celestial, cuando contemplo la magnitud de tu persona y tus obras, un cántico de adoración y gratitud brota de mi corazón hacia ti!