Cómo encontrar propósito en la vida diaria al hacer todo como si fuera para el Señor

El libro de Colosenses en la Biblia es una rica fuente de consejos y enseñanzas para los cristianos en su vida diaria. En particular, el versículo Colosenses 3:23 es un recordatorio poderoso de la actitud que debemos tener en todo lo que hacemos:

«Todo lo que hagan, háganlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres.»

Esta es una llamada a la excelencia en todo lo que hacemos, sin importar cuán pequeño o grande sea el trabajo. Cada tarea que realizamos, desde nuestras tareas cotidianas hasta nuestros empleos y responsabilidades, debe ser llevada a cabo con dedicación y compromiso. Pero lo más importante, debemos hacerlo como si estuviéramos haciéndolo para el Señor, no para impresionar a otros.

Cuando hacemos algo como si fuera para el Señor, nuestra actitud cambia. Nos esforzamos por hacerlo bien, no porque queramos obtener la aprobación de otros, sino porque deseamos honrar y glorificar a nuestro Creador. Al hacerlo, encontramos una mayor satisfacción y un sentido de propósito en todo lo que hacemos.

Es importante recordar que no importa cuál sea nuestra tarea, desde la más simple hasta la más compleja, podemos hacerlo como para el Señor. Y si lo hacemos así, podemos estar seguros de que estamos haciendo lo correcto y que seremos recompensados por nuestra dedicación y compromiso.

Los jóvenes son el futuro de nuestro mundo

Los jóvenes son el futuro de nuestro mundo y su comportamiento es un reflejo de la sociedad en la que vivimos. A menudo se les critica por ser impacientes, imprudentes y egoístas, pero también son considerados como una fuerza de cambio y una esperanza para el futuro. Desde una perspectiva cristiana, es importante recordar que todos somos pecadores y necesitamos la gracia de Dios para vivir una vida agradable a Él.

Aunque es fácil culpar a los jóvenes por sus errores y fallos, es importante recordar que ellos también están en un proceso de aprendizaje y crecimiento. Muchos jóvenes se sienten presionados por las expectativas de sus padres, amigos y sociedad en general y pueden tomar decisiones poco sabias como resultado.

Es importante recordar que Dios nos ama incondicionalmente y nos ofrece su perdón y amor sin importar lo que hagamos. Como cristianos, debemos mostrar amor y compasión hacia los jóvenes y recordar que todos necesitamos la guía y la orientación de Dios para vivir una vida plena y significativa.

Además, debemos recordar que los jóvenes necesitan modelos a seguir y debemos ser personas que vivan de acuerdo a los valores cristianos. Debemos mostrarles el amor y la gracia de Dios en nuestras propias vidas y ofrecerles orientación y apoyo cuando lo necesiten.

Como cristianos, debemos recordar que los jóvenes son una parte importante de nuestra sociedad y que necesitan nuestro amor, compasión y guía. Debemos ser modelos de vida cristiana para ellos y ofrecerles la gracia y el perdón de Dios, incluso cuando cometan errores. Al hacerlo, podemos ayudar a formar a los jóvenes en personas fuertes y comprometidas con Dios y su propósito en la vida.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia

«Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados» (Mateo 5:6) podría ser algo así:

Este versículo nos habla de la importancia de buscar la justicia en nuestras vidas. La palabra «bienaventurados» se refiere a aquellos que son felices y tienen una vida plena, y en este caso, se les promete que serán saciados si tienen hambre y sed de justicia. Pero ¿qué significa tener hambre y sed de justicia?

Personalmente, esto significa tener un deseo ferviente de hacer lo correcto y de luchar por un mundo más justo e igualitario. Significa no aceptar la injusticia cuando la veamos y tomar medidas para corregirla. Significa tratar a los demás con respeto y compasión, y actuar con integridad en nuestras decisiones cotidianas.

En un mundo donde a veces parece que la injusticia y la desigualdad son la norma, puede ser tentador renunciar a nuestro deseo de justicia y conformarnos con la vida que tenemos. Pero este versículo nos recuerda que si mantenemos nuestra hambre y sed de justicia, seremos recompensados con una vida plena y satisfactoria. Así que hagamos un esfuerzo consciente por buscar la justicia en nuestras vidas, sabiendo que esto nos llevará a la verdadera felicidad.

Cristo Resucitado

En la misma hora se levantaron y se volvieron a Jerusalén. Hallaron reunidos a los once y a los que estaban con ellos, quienes decían: ¡Verdaderamente el Señor ha resucitado y ha aparecido a Simón! Mientras hablaban estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos y les dijo: ¡Paz a vosotros…Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy. Palpad y ved, pues un espíritu no tiene carne ni  huesos como veis que yo tengo.

Entonces les abrió el entendimiento para que comprendiesen las Escrituras, y les dijo: ¡Así está escrito, y así fue necesario que el  Cristo padeciese y resucitase de los muertos al tercer día.

Entonces él los llevó fuera hasta Betania, y alzando sus manos les bendijo.

Aconteció que al bendecirlos, se fue de ellos, y era llevado arriba al cielo.

Mi Señor Jesucristo

¡Jesucristo, mi Señor! Me asombra el hecho de que tú, el Dios eterno, te hiciste hombre por mí. Dejaste el esplendor celestial por el establo de Belén. Anduviste por las polvorientas veredas de Palestina, enseñando y haciendo el bien. Calmaste el mar furioso; sanaste al enfermo y diste esperanza al desalentado.

Tú, el perfecto Hijo de Dios, tomaste mi pecado y llevaste mi castigo. Sufriste el dolor, el rechazo, la soledad…y la muerte. Eres Jesús, mi Salvador.

Resucitaste triunfante del sepulcro. Desde que te recibó por la fe, vives en mí y estás transformando mi pensar y mis anhelos. Has quebrantado el poder del pecado en mi vida. Eres Cristo, mi Libertador.

Hoy ocupas el lugar de honor a la diestra de tu Padre, donde intercedes por mí. Y cuando regreses a este mundo en gloria, toda rodilla se doblará y toda lengua confesaré que eres el Señor, Dios todopoderoso.

¡Jesucristo, tú eres mi Señor! Te amo, te adoro y te alabo con el canto que surge de mi ser.

Mi Dios y Padre Celestial

Dios mío, estoy maravillado ante tu grandeza. Eres el Creador que esparciste en el espacio vacío
los miles de millones de estrellas y que llamas a cada una por nombre.

Tú formaste nuestro bello mundo con sus majestuosas montañas y vastos mares. Diseñaste la fragante rosa y diste melodías al ruiseñor. Sostienes las galaxias inmensas, así como los átomos invisibles.

Tú encauzas la historia por tu soberano poder. Las grandes naciones te son como el polvo en la balanza y ni un solo pajarillo cae sin ti. Eres el principio y el fin; desde la eternidad hasta la eternidad, tú eres Dios.

Eres perfecto en santidad y justicia, pero también grande en amor y misericordia. Enviaste a tu Hijo a morir por mí, un pecador condenado, y me diste nueva vida por fe en él. Ahora soy tuyo para siempre.

¡Padre celestial, cuando contemplo la magnitud de tu persona y tus obras, un cántico de adoración y gratitud brota de mi corazón hacia ti!

Cantemos de su amor

Bueno es alabarte, oh Jehová, y cantar salmos a tu nombre, oh Altísimo; Anunciar por la mañana tu misericordia, y tu fidelidad cada noche.

Alabad a Jehová, naciones todas; pueblos todos, alabadle.

Porque ha engrandecido sobre nosotros su misericordia, y la fidelidad de Jehová es para siempre. Aleluya.

En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él.

Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.

Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero. Venid, aclamemos alegremente a Jehová; cantemos con júbilo a la roca de nuestra
salvación.

Anunciemos su poder

¿Quién midió las aguas con el hueco de su mano y los cielos con su palmo, con tres dedos juntó el polvo de la tierra, y pesó los montes con balanza y con pesas los collados?

He aquí que las naciones le son como la gota de agua que cae del cubo, y como menudo polvo en las balanzas le son estimadas; he aquí que hace desaparecer las islas como polvo.

Levantad en alto vuestros ojos, y mirad quién creó estas cosas; él saca y cuenta su ejército; a todas llama por sus nombres; ninguna faltará; tal es la grandeza de su fuerza, y el poder de su dominio.

¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance.

Oh Jehová, Dios de los ejércitos, ¿quién como tú? Poderoso eres, Jehová, y tu fidelidad te rodea. Tú tienes dominio sobre la braveza del mar; cuando se levantan sus ondas, tú las sosiegas.

Tuyos son los cielos, tuya también la tierra; el mundo y su plenitud, tú lo fundaste. Tuyo es el brazo potente; fuerte es tu mano, exaltada tu diestra.

Justicia y juicio son el cimiento de tu trono; misericordia y verdad van delante de tu rostro. Bienaventurado el pueblo que sabe aclamarte; andará, oh Jehová, a la luz de tu rostro.

Bendeciré al Señor

Bendeciré al Señor con toda mi alma. ¡Cuán grande eres, Señor y Dios mío! Te has vestido de gloria y esplendor; Te has envuelto en un manto de luz.

Tú extendiste el cielo como un velo.

Conviertes las nubes en tu carro; viajas sobre las alas del viento. Los vientos son tus mensajeros y las llamas de fuego tus servidores.

¡Cuántas cosas has hecho, Señor! Todas las hiciste con sabiduría; la tierra está llena de todo lo que has creado.

La gloria del Señor es eterna. El Señor se alegra en su creación.

Mientras yo exista y tenga vida cantaré himnos al Señor mi Dios.

La grandeza de Dios

¡Bendito seas tú…nuestro Padre desde la eternidad y hasta la eternidad!

Tuyos son, oh Señor, la grandeza, el poder, la gloria, el esplendor y la majestad; porque tuyas son todas las cosas que están en los cielos y en la tierra.

Tuyo es el reino, oh Señor, y tú te enalteces como cabeza sobre todo.

Y ahora, oh Dios nuestro, nosotros te damos gracias y alabamos tu glorioso nombre.

Señor nuestro, ¡cuán grande es tu nombre en toda la tierra! Has puesto tu gloria sobre los cielos.

De la boca de los pequeños y de los que todavía maman has establecido la alabanza frente a tus adversarios, para hacer callar al enemigo y al vengativo.

Cuando contemplo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú has formado,

Digo: ¡Qué es el hombre, para que de él te acuerdes; y el hijo de hombre, para que lo visites?

Celebrarán los cielos tus maravillas, oh Señor, tu verdad también en la congregación de los santos.

Dios temible en la gran congregación de los santos, Y formidable sobre todos cuantos están alrededor de él.

Te alabaré entre los pueblos, oh Señor; cantaré de ti entre las naciones.

Porque grande es hasta los cielos tu misericordia, y hasta las nubes tu verdad.

Exaltado seas sobre los cielos, oh Dios; sobre toda la tierra sea tu gloria.