Tu amor no tiene fin

Tu amor no tiene fin, porque no solo nos perdonas, sino que nos limpias y te olvidas de lo que hicimos y anhelas bendecirnos con bondad, misericordia y amor.

Ayúdame a vivir este día como tu hijo, que los demás vean en mí el gozo y pasión por ti mientras busco vivir para honrarte. En el nombre de Jesús. Amén.

Salmos 86:5
Dios mío, tú eres bueno y sabes perdonar; ¡qué grande es tu amor por los que te buscan!

Nuestros actos de amor, revelarán que Jesús vive en nuestros corazones.

Tus promesas

Querido padre, gracias por el nuevo día que será el regalo que nos das en la vida.

Todos los días me doy cuenta de que puedo confiar en tus promesas, el amanecer me recuerda que estás en el trabajo, y cuando sale el sol, anuncia el día en que volverás a enviar a tu hijo como lo prometiste.

Dame la fuerza para negarme a ser quien se ha apartado de tu camino y dame la sabiduría para volverme a tu palabra y encontrar en ella la gracia de tu presencia. Amén.

Salmos 33:4-5
La palabra del Señor es verdadera; sus obras demuestran su fidelidad. El señor ama lo justo y lo recto; ¡su amor llena toda la tierra!

Cada amanecer es un recuerdo de la fidelidad de Dios.

No me acordaré más de sus pecados

No me Acordaré más de Sus Pecados. Mensajes cristianos de Charles Spurgeon

“Porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado.” Jeremías 31:34.

Cuando conocemos al Señor, recibimos el perdón de los pecados. Lo conocemos como el Dios de Gracia, que pasa por alto nuestras transgresiones.

¡Qué feliz descubrimiento es este! Pero cuán divinamente está expresada esta promesa: ¡el Señor promete que no se acordará más de nuestros pecados! ¿Puede Dios olvidar? Él dice que lo hará, y Él dice en serio lo que dice.

Él considerará como si no hubiésemos pecado nunca. La grandiosa expiación quitó tan eficazmente todo pecado, que para la mente de Dios es como si no hubiera existido.

El creyente es ahora tan acepto en Cristo Jesús como lo era Adán en su inocencia; sí, más aún, pues él lleva puesta una justicia divina, mientras que la de Adán era solamente humana.

El Gran Señor no se acordará de nuestros pecados como para castigarlos, o como para amarnos una pizca menos por causa de esos pecados.

Igual que una deuda que, cuando es pagada, deja de ser deuda, así el Señor hace una completa cancelación de la iniquidad de Su pueblo.

Cuando nos estemos lamentando por nuestras transgresiones y deficiencias –y este es nuestro deber mientras vivamos- al mismo tiempo hemos de regocijarnos porque nunca serán mencionadas contra nosotros.

Esto nos lleva a odiar el pecado. El perdón de Dios inmerecido nos conduce a vigilar para no ofenderle nunca más por medio de la desobediencia.

¿Qué quiere Dios de los Jóvenes?

Introducción 

La palabra de Dios señala que Dios escogió a varios jóvenes en su momento para hacer su buena obra en su pueblo; José quien agrado a Dios con su vida integra, David el pequeño que derroto al gigante, Josías un rey de ocho años quien hizo lo recto ante Dios, Timoteo quien desde niño conocía de Jesús.

Estos hombres pueden ser muestra de lo que muchas veces suele ser lucha para los jóvenes de ahora ¿Cómo no apartarse de Dios, en este mundo tan difícil de vivir?, Además “esas eran otras épocas…”, pero tengamos en cuenta que tenemos un Dios que nunca cambia, Él es el mismo Dios, el de ayer hoy y siempre (Hebreos 13:8).

Si ha sido privilegiado de haber conocido a Dios de niño, pero muchas veces siente que no ha vivido nada, ¡no se preocupe! el mundo solo ofrece mentira y destrucción; recordemos lo que dijo Jesús en la explicación que dio a sus apóstoles en la parábola del sembrador; en donde los afanes de este siglo, el engaño de las riquezas, la codicia quieren ahogar la palabra de Dios sembrada en su corazón, y esto con el propósito de apartarlo de la verdad que es Jesús (Marcos 4:19).

Ahora ¿Qué quiere Dios de los Jóvenes?

1. Que el joven lleve una vida limpia:

Es así, la vida limpia Dios la quiere para manifestar su poder en nosotros, debemos recordar que Dios solo puede ser visto cuando se mantiene en santidad (Hebreos 12:14). Ademas, la única manera de mantenerse limpio es guardando y aplicando la palabra de Dios en nuestra vida (Salmo 119:9).

2. Que el joven tenga una conducta recta:

En la palabra de Dios en Tito 2:6-7 se enseña el valor de la prudencia, la integridad y la seriedad. Hay que entender que a los jóvenes no se les toma muchas veces en serio, pero precisamente hay que orar y pedir el carácter y la conducta que Jesús tuvo en esta tierra sobre nuestra vida, más que Él siendo Joven impacto; y este es el siguiente punto.

3. Que el joven sea influencia para otros:

Dios quiere que nos sintamos útiles para Su reino, y más en nuestra juventud, puesto que para Él somos enviados, y para nosotros un arma de ejemplo para otros en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza (1 Timoteo 4:12).

4. Que su espíritu sea más fuerte que su carne:

Dios espera que los jóvenes cristianos no nos dejemos vencer por las cosas que ofrece este mundo, y que podamos ser fuertes en nuestro interior. Es triste pensar que muchas veces se invierte mucho más tiempo en el gym ¡algo que no está mal! Pues es importante cuidar nuestro cuerpo, pero más que el cuerpo está el espíritu, y este debemos fortalecerlo con la palabra de Dios, ayuno y oración ¡sí! Estas son las únicas maquinas espirituales junto con la ayuda a los necesitados que Dios nos da, puesto que fortalecen las debilidades que hay en nuestro interior, y nos hace más sensibles a lo que Dios nos llama (1 Juan 2:14).

Conclusión

Si vemos estos son pocos requerimientos de lo que Dios quiere de los jóvenes cristianos, realmente no son muchos, a todo lo que Dios promete por nosotros ser fieles a Él. Recordemos la vida de José, Dios cumplió sus sueños y él se mantuvo agradándole en todo momento y en toda situación donde él podría caer, pero se mantuvo pensando en lo que era agradable a Dios.

Dios quiere además de todo esto que seamos fieles a Él, este mundo tiene muchas desolaciones y los jóvenes cristianos podremos convertimos en herramientas de Dios para que muchas personas se acerque a Jesús. Y si, usted es un hijo y es probable que esté pasando por dificultades pero no debe temer puesto que Jesús se hizo hombre y sin ningún pecado nos mostró que se puede ser fiel (Hebreos 4:15).

Y sí, hay debilidades, pero en Él somos fuertes y Jesús fue enviado para mostrar que la grandeza de Su sacrificio nos basta para vencer las luchas que el mundo pueda presentarnos, ya que por haberse convertido en hombre, Él tiene compasión de nuestras debilidades.

© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.

Nadando en el Espíritu

Cuando en la Biblia se muestra un río comúnmente hace referencia al Espíritu de Dios. En la historia del profeta Ezequiel no es la excepción. Es muy importante identificar que él no suplicó para que el río fluyera, sino que este lo hizo espontáneamente. Tenemos la falsa creencia de que para experimentar un mover del Espíritu Santo tenemos que rogar y suplicar. No hemos entendido que para experimentar un avivamiento lo más importante es creer. En el cielo no hay ningún problema para que se manifieste el poder de Dios, el problema está aquí en la tierra. El Señor siempre está dispuesto a cumplir sus promesas y si Él prometió que iba a derramar su Espíritu sobre toda carne, es porque lo hará.

El poder del Espíritu Santo se manifiesta cuando decidimos sumergirnos en la profundidad de su presencia. No basta con ser observador o comentarista, es necesario ser protagonistas y experimentar de primera mano una experiencia con Él. Ezequiel al principio vio de cerca el río y entendió que debía nadar en él. La Iglesia pierde mucho tiempo suplicando un avivamiento que ya está entre nosotros; el río ya está fluyendo. Dios no quiere que únicamente caminemos en el Espíritu, sino que nos sumerjamos y nademos en Él.

En el momento que morimos a nosotros mismos somos capaces de sumergirnos plenamente en Dios. Cuando morimos en lo terrenal resucitamos en lo celestial. Cuando renunciamos a los métodos del mundo experimentamos a Dios. Si creemos en Jesús, brotarán ríos de agua viva a través de nosotros y de esta forma experimentaremos la nueva vida que Él nos prometió. No fuimos llamados a analizar al Espíritu Santo, sino a experimentarlo. No se trata de tener conocimiento de Dios sino vivencias con Él.

Cuando uno se lanza al río del Espíritu Santo debe abandonar la conexión con lo terrenal, la dirección previamente establecida, el entorno normal y nuestra propia imagen. Si queremos experimentar un avivamiento de parte de Dios es necesario que perdamos la dependencia a lo terrenal para que dependamos única y exclusivamente de Él. A veces será necesario experimentar situaciones que nos produzcan inseguridad para que el Señor tome total control de nuestra vida. Pero incluso en los momentos de incertidumbre confiemos en que no nos movemos de lugar por decisión propia sino por designación divina.

Debemos tener la actitud correcta para experimentar la manifestación de la presencia de Dios. Hay quienes se creen bomberos del fuego del Señor (siempre se resisten a sus manifestaciones); otros, prácticamente son catadores del vino de su Espíritu (siempre calificando y emitiendo juicios); pero también hay quienes se enfocan exclusivamente a experimentar su presencia. ¿Con cuál de estas tres te identificas más? Dejemos de analizar al Espíritu Santo y simplemente recibamos lo que tiene preparado para nosotros. Hoy es un buen día para sumergirnos completamente en Él.

Fuente

Cuidado con Dios

No, no fue un problema de dislexia. Una vez, cuando me encontraba haciendo ejercicio en el gimnasio, vi a un tipo con barbita de chivo que tenía puesta una camiseta que decía «Cuidado con Dios». Las palabras eran grandes, sobresalientes y rojas, como indicando peligro. Mientras las leía, gritaban peligro.

Sentí deseos de hablar con él para preguntarle qué lo había impulsado a advertirle al mundo acerca de un Dios grande y aterrador que muerde. Luego me di cuenta de que este hombre particular con aquella camiseta particular no tenía nada de raro. Muchos de nosotros llevamos puesta esa advertencia de una manera o de otra. Esas son las palabras que muchos usaríamos para advertirle a los cansados que sean cautelosos en su travesía espiritual.
La frase «Cuidado con Dios» representa la cautela que muchos tenemos en diferentes niveles y en distintos grados hacia el Dios que los cristianos proclaman que nos ha hecho libres. Verdaderamente libres.

Entonces ¿por qué hay tantos de ellos, tantos de nosotros, que no parecemos personas libres? El Dios del cual he oído hablar se parece a un viejo rezongón con un montón de leyes y reglamentos pasados de moda, que me impide ser yo mismo (o, al menos, lo que yo percibo que soy). Tal vez, nuestro cartel de «Cuidado con Dios» debería decir en cambio: «Cuidado con el dogma»

El dogma es nuestra interpretación de Dios, y las interpretaciones (cuando son las nuestras, no las suyas) generalmente se tornan confusas, manipuladoras y terriblemente falibles (como nosotros). Cuando esto sucede, el dogma divide. El Dios de toda la creación ama y unifica.

¿Estás dispuesto a bajar tu cartel de «Cuidado con Dios»? Una decisión como ésta implica un significativo riesgo y la disposición para creer que existe una razón para tomarla. ¿Arriesgarás tu reputación, tus afectos, tu dinero, tu voluntad y tu vida para creer? Si no es así, relájate; tal parece que tienes todo bajo control. Pero si en algo te pareces a mí y has llegado a darte cuenta de que «el queso tiende a escaparse de la galleta durante las fiestas elegantes» (como solía decir un viejo amigo mío), correr este riesgo no puede ser doloroso.

Es el riesgo de creer. No es seguro y muchas veces no es divertido. Es real y doloroso; pero cuando das el salto de la fe, puede ser más peligroso de lo que tu crees. Cosas increíbles –aquellas que jamás hubieras podido soñar—se convierten en una parte importantísima del mundo en el que andas despierto. Los milagros tienen lugar cuando te arriesgas; cuando crees. Los muertos vuelven a la vida; las personas comunes desafían la ley de gravedad y otras leyes naturales; los cautivos quedan en libertad. Y Dios se ríe. Lo hace, tú lo sabes.

Este Dios es un campeón del riesgo. ¿Quién en su sano juicio crearía seres vivientes que tengan la libertad de amar o no a su Creador? ¿Confiar o no confiar? ¿Creer o no creer? Esa es la pregunta.

Este Dios arriesgó todo lo que más amaba al darnos el derecho a elegir. Tal riesgo llegó a tocar a su amado Hijo unigénito, que dijo la verdad durante su vida, aunque decirla significara la muerte. Se arriesgó y creyó. Ninguna de las dos cosas tiene algo de seguro. Para entregar la vida desnudo, sobre un pedazo tosco de árbol y no obtener otra cosa de aquellos que amas que insultos y clavos de veinte centímetros de largo hace falta creer mucho. Y amar. Amar con amor perfecto.

Y no termina allí. Jesús creyó que su Padre era bueno y que tenía un plan, un plan que desafiaba a la muerte y que tendría un giro sobrenatural. Su Padre decía la verdad, y esa verdad incluía ver la vida desde el otro lado de la tumba. Tenía que creer que existía una buena razón para correr ese riesgo: nosotros. Creyó que valía la pena morir por nosotros. Le creyó a su Padre y creyó en ti y en mí. Aún sigue creyendo en nosotros.

Nada de temor. Se arriesgó y ganó. Por algo se llaman probabilidades.
¿Estás dispuesto a arriesgar todo por creer? ¿Estás dispuesto a entregarlo todo? Te costará todo y nada al mismo tiempo. Pondrá tu vida patas para arriba permitiéndote convertirte en aquello que verdaderamente eres en Él. Te permitirá vivir como Jesús vivió mientras te transformas en lo que Él pensó que fueras.

Esto implica sacrificio, pero cuando te arriesgas, ganas más que la lotería. Los dividendos se cobran cada año, durante veinte años y luego más. Y más aun.

¿Qué clase de tonto es aquel que cree?
Estoy comenzando a creer y apuesto a que tú también. En realidad, no es tan difícil como parece. Todo lo que debemos hacer es un par de preguntas: Dios, ¿me ayudarás a creer? ¿Me ayudarás a pasar por alto mi vida y mis cosas para poder entrar en tu vida y en tus cosas, para ver un cambio sustancial en mi mundo y en mi software? ¿De tal manera que sea irreconocible, inflexible?

Si es así, conéctate y comienza la búsqueda. Si no pides, te falta una oración; y eso es la oración: una simple conversación. La sabiduría del mundo dice que deberíamos creer solo después de ver, pero la locura de Dios nos pide que creamos antes de que podamos ver. Paradójicamente, Dios pide lo imposible mientras se mueve con poder a través de lo improbable, para hacer que aun lo inamovible sea imparable.
El amor no es ciego; la duda sí lo es. Créase o no.

Tomado del libro: Dios.com
Editorial: Unilit

Ilumine su mundo

¿Ha considerado alguna vez cuánto ha cambiado el mundo en el último siglo? Piense en los avances científicos que han hecho la vida más fácil y cómoda. Tenemos acceso a atención médica de calidad, que fue inimaginable a lo largo de la mayor parte de la historia de la humanidad. La información está disponible al instante, y podemos cruzar un océano en pocas horas en avión. La lista de logros humanos parece interminable. Sin embargo, ninguno de esos logros ha sido capaz de disipar la oscuridad espiritual que llenó al mundo cuando el pecado entró a través de Adán y Eva.

Solo Dios es la fuente de luz.

El único que puede deshacer esta oscuridad es Dios, la fuente de toda luz. Él es quien creó el sol, la luna y las estrellas. Y puesto que Él es santo y habita en luz inaccesible (1 Timoteo 6.16), toda comprensión espiritual se origina también en Él. Y aunque Él brilla a nuestro alrededor, solo quienes han tenido los ojos abiertos pueden ver la revelación completa de la verdad espiritual.

De todas las naciones en este mundo en tinieblas, Dios decidió revelarse a un pequeño grupo de personas llamado Israel. Sin embargo, la nación en su conjunto al final cayó bajo la sombra del legalismo. De hecho, durante 400 años no hubo profeta ni revelación del Señor. Durante el imperio romano todo esto cambió, como lo predijo el profeta Isaías, quien declaró: “El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz” (Isaías 9.2). Comenzó cuando un ángel se apareció a un anciano sacerdote llamado Zacarías mientras ofrecía incienso en el templo. El ángel le dijo que tendría un hijo llamado Juan, que sería el precursor del Mesías que habría de venir (Lucas 1.5-17).

Luego, unos meses después, el mismo ángel se apareció a una virgen llamada María, anunciando que ella sería la madre del Mesías de Israel (Lucas 1.26-35). En la plenitud de los tiempos, Cristo, la Luz, penetró las tinieblas espirituales del mundo: Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, a morar entre nosotros (Gálatas 4.4; Juan 1.14). Sin embargo, quienes vivían en la oscuridad espiritual no comprendieron quién era Él ni qué había venido a hacer (v. 5). La oscuridad espiritual es como la ceguera. Pero el problema está dentro de nosotros, no afuera. Lo que necesitamos son ojos nuevos, y eso es justo lo que el Señor vino a dar. Aunque sanó a muchas personas físicamente ciegas, el verdadero milagro es que Él abre los ojos de quienes están ciegos en cuanto a lo espiritual.

En cierto momento de su ministerio, el Salvador dijo: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8.12). Lo que todos los imperios del mundo no pudieron lograr, Dios lo hizo al proveer la revelación de la verdad, la cual puede sacar a todos del pecado y llevar al perdón y a la salvación.

Cristo nos traslada de las tinieblas a la luz.

Todos los que reciben a Cristo como Salvador son rescatados del dominio de las tinieblas y trasladados a su reino de luz (Colosenses 1.13). Es como si estuviéramos iluminados por dentro. Su flujo constante de luz es ahora el lugar donde vivimos y crecemos en semejanza a Cristo, y entendemos cada vez más la Palabra de Dios y sus caminos. Las cosas que no podíamos percibir antes comienzan a tener sentido.

Ahora nuestra responsabilidad es andar como hijos de la luz, aprendiendo lo que agrada al Señor y mostrando el fruto espiritual de la bondad, la justicia y la verdad (Efesios 5.8-10). Dios provee todo lo que necesitamos para no perder el rumbo, y su Palabra es una lámpara que nos guía mientras andamos en su camino (Salmo 119.105). En ella encontramos sus principios, mandamientos y promesas para guiarnos por el camino de la obediencia y protegernos de caer en la oscuridad del pecado.

Usted es luz del mundo.

Mientras el Señor Jesús estuvo aquí en la Tierra, Él era la luz del mundo. Y en el Sermón del monte, dijo a sus discípulos: “Ustedes son la luz del mundo” (Mateo 5.14). No somos la fuente de la luz; es Cristo. Pero como creyentes, tenemos su presencia morando en nosotros a través de su Espíritu Santo. Somos simplemente vasos a través de los cuales Él brilla en este mundo en tinieblas. Sin embargo, debemos asegurarnos de que los vidrios de nuestras linternas estén limpios, o nadie podrá ver a Cristo en nosotros. El pecado es como la suciedad que empaña a una linterna, haciendo que su luz sea opaca e inútil.

El Señor Jesús también nos manda que no ocultemos nuestra luz, sino que la dejemos brillar de tal manera que la gente vea nuestras buenas obras y glorifique a Dios (vv. 15, 16). El propósito no es ganarse sus elogios. Las personas deben ser atraídas a la luz, no a las linternas. Somos simplemente vasos a través de los cuales quienes caminan en la oscuridad ven una vida transformada, y la verdad de Dios es escuchada por quienes andan en la oscuridad. Las personas con quienes vivimos y trabajamos deben poder observar una diferencia en nosotros por la forma en que vivimos, pensamos y actuamos. Deben ver que Cristo es nuestro Señor y que vivimos para Él, no para nuestros propios placeres e intereses egoístas. Nuestro carácter debe reflejar su amor, paciencia, bondad y dulzura.

Quizás usted vive o trabaja en un lugar de mucha oscuridad y siente como si su pequeña luz fuera insignificante por esa razón. Pero, en realidad, un poco de brillo puede alejar las sombras. En vez de desanimarse, pídale al Señor Jesús que brille aun más a través de usted por el bien de esas personas que están perdidas y vagando en la desesperanza.

Como hijos de Dios, estamos llamados a proclamar la grandeza de Aquel que nos sacó de las tinieblas a su luz admirable (1 Pedro 2.9). Aunque no tenemos poder para dar visión espiritual, cada uno de nosotros puede hacer brillar la verdad del evangelio con nuestras palabras y estilos de vida, y orar para que Dios, en su misericordia, abra los ojos ciegos a la verdad.

Fuente

¿Qué es el pecado de muerte?

1 Juan 5:16 es uno de los versículos más difíciles de interpretar en el Nuevo Testamento. “Si alguno viere a su hermano cometer pecado que no sea de muerte, pedirá, y Dios le dará vida; esto es para los que cometen pecado que no sea de muerte. Hay pecado de muerte, por el cual yo no digo que se pida”. De todas las interpretaciones que han surgido, ninguna parece responder a todas las preguntas concernientes a este versículo.

La mejor interpretación se puede encontrar comparando este versículo con lo que le sucedió a Ananías y Safira en Hechos 5:1-10 (ver también 1 Corintios 11:30). El “pecado de muerte” es un pecado deliberado, consciente, continuo, y falto de arrepentimiento. Dios ha llamado a Sus hijos a la santidad (1 Pedro 1:16), y Dios los corrige cuando pecan. No somos «castigados» por nuestro pecado en el sentido de perder la salvación o de estar eternamente separados de Dios, sin embargo, somos disciplinados. » Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo» (Hebreos 12:6).

Primera de Juan 5:16 dice que llega un momento en que Dios ya no puede permitir que un creyente continúe en pecado sin arrepentirse. Cuando se llega a ese punto, Dios puede decidir quitarle la vida al creyente que peca de manera obstinada. La «muerte» es la muerte física. Dios a veces purifica Su iglesia quitando a aquellos que deliberadamente le desobedecen. El apóstol Juan hace una distinción entre el «pecado que lleva a la muerte» y el «pecado que no lleva a la muerte». No todo el pecado en la iglesia se trata de la misma manera porque no todo el pecado se eleva al nivel del «pecado que lleva a la muerte».

En Hechos 5:1-10 y 1 Corintios 11:28-32, Dios trató con el pecado intencional y premeditado en la iglesia, quitando la vida física del pecador. Esto es quizás también lo que Pablo quiso decir con «la destrucción de la carne» en 1 Corintios 5:5.

Juan dice que debemos orar por los cristianos que están pecando, y que Dios escuchará nuestras oraciones. Sin embargo, puede llegar un momento en que Dios decida cortar la vida de un creyente debido a un pecado del cual no se arrepiente. Las oraciones por una persona que no quiere cambiar, no serán efectivas.

Dios es bueno y justo, y eventualmente nos hará «una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha» (Efesios 5:27). Para alcanzar ese fin, Dios castiga a Sus hijos. Que el Señor nos preserve de la dureza de corazón que nos haga cometer el «pecado de muerte».

Fuente

Disfruta tu juventud

¿Qué consejo y qué advertencia dio Salomón a los jóvenes?

3 Los mayores te dirán que la juventud pasa volando, y tienen razón. En pocos años quedará atrás, así que disfrútala mientras dure. Ese fue el consejo del rey Salomón, quien escribió: “Regocíjate, joven, en tu juventud, y hágate bien tu corazón en los días de tu mocedad, y anda en los caminos de tu corazón y en las cosas vistas por tus ojos”. Sin embargo, Salomón advirtió a los jóvenes: “Quita de tu corazón la irritación, y evita a tu carne la calamidad”. Y añadió: “Pues la juventud y la flor de la vida son vanidad” (Eclesiastés 11:9, 10).

¿Por qué les conviene a los jóvenes prepararse para el futuro? Ilústrelo.

4 ¿Entiendes lo que Salomón quiso decir? Por ejemplo, piensa en un joven que recibe un gran regalo, quizá una herencia. ¿Qué hará con ella? Podría derrocharla en placeres, como el hijo pródigo de la parábola de Jesús (Lucas 15:11-23). ¿Pero qué pasará cuando se acabe el dinero? Pues que sin duda lamentará haber sido tan inconsciente. Por otra parte, supongamos que emplea el regalo pensando en el futuro, tal vez invirtiendo prudentemente casi todo. Cuando a la larga coseche los beneficios de su inversión, ¿te parece que se arrepentirá de no haber gastado todo el dinero en divertirse de joven? Claro que no.

5 Piensa en tus años de juventud como un regalo de Dios, pues la verdad es que lo son. ¿Qué harás con ellos? Puedes gastar toda esa energía y entusiasmo en pasarlo bien, yendo de una diversión a otra sin pensar en el futuro. Pero si hicieras eso, en tu caso “la juventud y la flor de la vida” realmente serían “vanidad”. ¡Cuánto mejor es que aproveches tu juventud preparándote para el futuro!

a) ¿Qué consejo de Salomón es una guía confiable para los jóvenes?

b) ¿Qué le gustaría a Jehová hacer por los jóvenes, y cómo pueden estos beneficiarse de ello?

6 Salomón enunció un principio que te ayudará a aprovechar tu juventud al máximo: “Acuérdate, ahora, de tu Magnífico Creador en los días de tu mocedad” (Eclesiastés 12:1). La clave del éxito es escuchar a Jehová y hacer su voluntad. Él les dijo a los israelitas lo que deseaba para ellos: “Yo mismo bien conozco los pensamientos que estoy pensando para con ustedes […], pensamientos de paz, y no de calamidad, para darles un futuro y una esperanza” (Jeremías 29:11). A Jehová le gustaría darte a ti también “un futuro y una esperanza”. Si tus actos, pensamientos y decisiones reflejan que te acuerdas de él, ese futuro y esa esperanza se harán realidad (Revelación [Apocalipsis] 7:16, 17; 21:3, 4).

¿A qué estás dispuesto?

¿Alguna vez has estado en una situación difícil? Donde se te ha tratado injustamente, donde te han culpado de algo donde tu eres inocente.

Imagínate que nunca has robado nada, pero aún así eres tratado como un ladrón. Nunca has hecho cometido un delito, pero aún así te tratan como un a un criminal.

Esto fue lo que vivió Jesús. Aún cuando Él era inocente, sin pecado, fue declarado como pecador, como un ladrón deshonesto y con malas intenciones.

“Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” 2 Corintios 5:21″

Por nosotros; Jesús, que no conoció pecado se hizo pecado para justificarnos y salvarnos. Aunque Jesús era perfecto, por amor a nosotros se convirtió «en pecador» y tomo el lugar que nos correspondía. Él llevo nuestros pecados a la cruz.

Su sacrificio trajo libertad y perdón a nuestra vida. ¿Crees que alguien te ama más que Jesús?

Por amor a ti, Él decidió aceptar esa injusticia y sufrir en esa cruz. Que más grande prueba que esa, morir de acusado como pecador, de nuestros pecados. Esa es la prueba más grande de amor que alguien a hecho por la humanidad.

¿Tú que estás dispuesto a pasar por Jesús en tu vida? ¿Estás dispuesto a pasar injusticias por su nombre? ¿Estás dispuesto a dar tu vida a Dios por amor a Él?

Muchas veces queremos sus bendiciones pero no estamos dispuesto a dar o hacer nada por Jesús. Pero cuando reconoces el sacrificio que Él hizo por ti, y lo que estuvo dispuesto a pasar por amor, empiezas a agradecer y confiar en lo que Dios tiene para ti. Empiezas a ver milagros sobrenaturales en tu vida.