¡Quién nos separará del amor de Cristo?
¡Tribulación, o angustia, o persecución,
o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?
Antes, en todas estas cosas somos más que
vencedores por medio de aquel que nos amó.
Por lo cual estoy seguro de que ni la
muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados,
ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,
Ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra
cosa creada nos podrá separar del amor de Dios,
que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
Para que habite Cristo por la fe en
vuestros corazones, a fin de que,
arraigados y cimentados en amor,
Seáis plenamente capaces de comprender
con todos los santos cuál sea la anchura,
la longitud, la profundidad y la altura,
Y de conocer el amor de Cristo, que
excede a todo conocimiento, para que
seis llenos de toda la plenitud de Dios.