1. Fuente de la vida eterna
y de toda bendición,
Ensalzar tu gracia tierna debe cada corazón.
Tu piedad inagotable, abundante en perdonar,
Único Ser adorable, gloria a ti debemos dar.
2. De los cánticos celestes
te quisiéramos cantar,
Entonados por las huestes que lograste rescatar.
Almas que a buscar viniste, porque les tuviste amor;
De ellas te compadeciste con tiernísimo favor.
3. Toma nuestros corazones,
llénalos de tu verdad,
De tu Espíritu los dones, y de toda santidad.
Guíanos en obediencia humildad y puro amor;
Nos amparé tu presencia, oh bendito Salvador.
Pista
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LETRA: Robert Robinson, 1758, trad. T. M. Westrup