Por lo demás, fortaleceos en el Señor y en el poder
de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios,
para que podéis hacer frente a las intrigas del diablo;
Porque nuestra lucha no es contra sangre ni carne,
sino contra principados, contra autoridades, contra
los gobernantes de estas tinieblas, contra espíritus
de maldad en los lugares celestiales.
Por esta causa, tomad toda la armadura de Dios,
para que podéis resistir en el día malo, y después
de haberlo logrado todo, quedar firmes.
Permaneced, pues, firmes, ceñidos con él
cinturón de la verdad, vestidos con la coraza
de justicia y calzados vuestros pies con la
preparación para proclamar el evangelio de paz.
Tomad también el casco de la salvación y la espada del
Espíritu, que es la palabra de Dios, orando en
todo tiempo.
La noche está muy avanzada, y el día está cerca.
Despojémonos, pues, de las obras de las
tinieblas y vistámonos con las armas de la luz.
Andemos decentemente, como de día; no con
glotonerías y borracheras, ni en pecados sexuales
y desenfrenos, ni en peleas y envidia.
Más bien, vestíos del Señor Jesucristo,
y no hagáis provisión para satisfacer los
malos deseos de la carne.