Lo que soy y lo que puedo yo lo debo a mi Señor
Y a sus pies postrado quedo, asombrado de su amor.
Lejos, pues de mí gloriarme, ni de bienes ni de talento.
No me es dado el ensalzarme sino en el madero cruento.
Todo es tuyo, oh Dios mío, nada puede en mí valer,
Dueño eres de mi albedrío, toma, sí, mi entero ser.
Pista
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Arturo Borja A., 1966