Padre gracias por los dones de tu misericordia, por esos momentos que han iluminado nuestra vida de alegría en tu presencia.
Gracias por todo lo bueno, lo noble, lo verdadero que acontece en nuestra vida: la amistad, los abrazos, la oración, el esfuerzo compartido, la esperanza.
Aunque nuestro tiempo en la tierra sea corto, ayúdanos a que pueda pasar con dulzura, y que seamos una dulce fragancia de Cristo para los demás. Amén.
2 Corintios 2:15
Porque para Dios nosotros somos el aroma de Cristo.